Cuando lees “ceguera por traición”, ¿qué te imaginas?
Probablemente pienses en una persona con los ojos vendados, y eso es justamente lo que sucede con este fenómeno que durante un tiempo estuvo relacionado con la negación.
Los vínculos que tenemos con nuestra pareja, amistades o familia son espacios en los que nos desarrollamos y nos permitimos crear un lazo fuerte de afecto, pero ¿qué sucede cuando consideramos la posibilidad de que nos traicionen? ¿No es mejor ignorarlo y seguir con esa relación como si nada pasara?
Eso justamente es lo que pasa con este tipo de ceguera: creamos un mecanismo de defensa para ignorar y obviar esas acciones que podrían herirnos o, en el peor de los casos, quebrar el vínculo con esa otra persona.
La primera en acuñar el término y profundizar en el tema fue la doctora Jennifer Freyd, una profesora de Psicología de la Universidad de Oregón, en cuyo libro, Blind to Betrayal: Why we fool ourselves. We aren’t being fooled, empieza a explorar y preguntarse por qué no somos capaces de ver estas traiciones, y dentro de sus conclusiones señala que el apego emocional juega un papel fundamental.
En ese sentido, este tipo de ceguera termina siendo selectivo, y en las relaciones más intensas de nuestras vidas (como las amorosas, familia o amigos) hasta pueden sentirse tan naturales que simplemente no notamos lo que estamos haciendo, pues se percibe como una manera de sobrevivir.
Nuestra capacidad de adaptación puede terminar volviéndose en nuestra contra e impedirnos ser conscientes de aquellas acciones o situaciones que, de alguna forma, nos están afectando. Esta capacidad nos pone en la posición de ignorar todo aquello que pueda poner en riesgo la relación con la otra persona que es tan querida e importante.
Cuando entendemos que la base de este fenómeno es el propio apego, es imperativo revisar nuestros vínculos y su naturaleza, así como tomarnos un momento para hacer lo que termina siendo opuesto a esta ceguera: cuestionar los comportamientos que, potencialmente, puedan afectarnos.
Si bien es cierto que ignorar las acciones o posible traición en ciertos vínculos puede darnos tranquilidad a corto plazo, no lo es menos que se puede convertir en un problema más grande con el paso del tiempo. Por esa razón, debemos revisar estas relaciones y no silenciar aquello que hemos evitado ver.
Aunque este tipo de ceguera, al sumarse al apego, puede sentirse como algo natural y no percibirse en primera instancia, resulta importante hacer un esfuerzo extra para prestar atención a las relaciones que tenemos y, así, asegurarnos de que nos están brindando lo que necesitamos.
La comunicación asertiva y la introspección serán grandes aliadas para lograr tener vínculos favorecedores en nuestras vidas. Solo así podremos quitarnos la venda de los ojos.
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