Consiste en un proceso relacional entre el terapeuta y el paciente, en donde en un ambiente de aceptación, confidencialidad y apertura el paciente puede expresar sus problemas y emociones.
Cuándo consultar:
Si te sientes habitualmente triste, decaído o sin ganas de nada.
Si tienes ideas o conductas fijas que no puedes evitar.
Si experimentas temores que te limitan la vida.
Si te invade una angustia que surge de buenas a primeras.
Si discutes continuamente con tu pareja.
Si te sientes inseguro con las personas o juzgado o atacado por las personas de tu entorno.
Si te ves bloqueado para tomar decisiones.
Si no sabes qué hacer en una relación que te hace sufrir.
Si has sido madre o padre y estás desbordada/o.
Si te juzgas y criticas a ti mismo constantemente.
Si tienes accesos de rabia.
Si no puedes superar una ruptura amorosa.
Si tienes conductas impulsivas (en la comida, en las compras, en el juego, etc.) que te causan problemas.
Si no consigues serenarte ante la pérdida de un ser querido.