MITOS Y REALIDADES
A menudo somos conscientes de que hay algo que a nivel psicológico no funciona, sentimos ansiedad, estamos triste o repetimos un patrón una y otra vez que, no obstante, nos trae problemas. Sin embargo, a pesar de ser conscientes de que tal vez necesitamos ayuda profesional, retrasamos el momento de levantar el teléfono para llamar a un psicólogo. Por el contrario, ante una dolencia física, no ponemos excusas porque somos conscientes de que lo que necesitamos es ayuda y cuando antes mejor. Pero, qué será lo causa tanta ambivalencia ante los desafíos que nos presenta nuestro mundo emocional. Con este atículo nos proponemos a romper los mitos que rodean al campo de la salud mental, principalmente aquellos que apuntan a la Psicoterapia y al Psicólogo.
REALIDAD:
Es bastante usual escuchar esta frase en nuestro medio, pues la psicología siempre se ha tratado como un tema tabú y ha estado muy estigmatizada porque hay mucha desinformación. Hoy en día existe mucho temor de acudir al psicólogo porque en nuestras sociedades aún se piensa en “la locura” como la pérdida del contacto con la realidad y, por lo tanto, es una situación que puede causar mucho miedo, dolor y vergüenza. Lo cierto es que ir al psicólogo debería ser algo tan normal como acudir al médico cuando se sienta alguna dolencia física. Para ir a terapia no es necesario tener un trastorno mental, basta con que sientas que algo no va bien en tu vida y quieras buscar soluciones.
REALIDAD:
A veces podemos solos pero a veces no y reconocer que necesitamos ayuda nos hace fuertes. Con frecuencia, en nuestra práctica clínica, observamos que las personas contemplan la ayuda psicológica como última opción o acuden a consulta cuando el problema está ya firmemente instaurado o el nivel de malestar es insoportable. ¡Error! Cuanto antes se aborde el problema, más rápido y efectivo resultará el tratamiento y mejor será el pronóstico de éste. Una persona puede plantearse buscar ayuda psicológica cuando sienta que ha hecho todo lo que está en sus manos y no logra por sí sola disminuir su malestar. Es decir, si nada de lo que has intentado para solucionar tu problema ha funcionado, quizás sea un buen momento para consultar con un profesional.
REALIDAD:
Los grupos de apoyo como la familia, los amigos o la espiritualidad; son recursos valiosísimo a los cuales siempre se puede apelar y que complementan de manera muy útil al tratamiento psicológico. No obstante, la psicología es una ciencia y como tal cuenta con fundamentos y evidencias de que las técnicas que se aplican en la psicoterapia pueden ser útiles para el tratamiento de la salud mental. Un psicólogo entrenado en psicoterapia requiere de un riguroso entrenamiento para adquirir el conocimiento sobre la teoría, así como el desarrollo de la capacidad de analizar, comprender e intervenir sobre las situaciones difíciles que atraviesan las personas que acuden en busca ayuda. A diferencia de los grupos de apoyo, los psicólogos tienen además una mirada objetiva, propia de un rol terapéutico imparcial. Así pues, aunque la palabra es la herramienta fundamental de la psicoterapia, el diálogo que se establece en el marco de un tratamiento tiene motivaciones, intencionalidades y efectos diferentes a los de una conversación cotidiana.
REALIDAD:
Es muy frecuente ver casos de personas que aun sabiendo que necesitan la ayuda profesional de un psicólogo, lo pospongan y busquen excusas para aplazar esta decisión. Y una forma de reforzar esta postura puede ser el devaluar la labor del psicólogo o de la psicología, siendo tal vez que desconoce la realidad sobre la labor del psicólogo. Existe la falsa creencia de que el psicólogo es una especie de gurú o maestro espiritual; por lo tanto es importante reiterar que la carrera del psicólogo se basa en la investigación, el pensamiento crítico y el método científico. En Panamá, el ejercicio de la profesión de psicología está regulada mediante la Ley No. 55 del 3 de diciembre del 2002. Esta ley, en su artículo No. 1 dice: “La Psicología, como disciplina científica, será ejercida por profesionales idóneos, utilizando teorías, recursos, métodos, procedimientos y técnicas específicas para el estudio, docencia, evaluación, investigación, diagnóstico, pronóstico, prevención, tratamiento y ejecución de programas. Su aplicación se dirigirá a individuos, grupos, familias, comunidades, instituciones y a organizaciones y/o empresas”.
Iniciar un tratamiento psicológico no es una tarea fácil y muchas veces aparecen sentimientos ambiguos a la hora de asumir esta realidad. Por ejemplo, podría sentirse miedo de ser juzgado o vergüenza de contar secretos íntimamente guardados. También es muy común sentir ansiedad o angustia de recordar vivencias que se tienen profundamente guardadas o dolor al revivir la pérdida de seres queridos. Todos estos sentimientos se mezclan unos con otros y crean mucha incertidumbre. Decidir comenzar la Psicoterapia y tener el empuje de admitir que se necesita ayuda es un signo de fortaleza y no de debilidad. Es el primer paso para sentirse mejor.
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